A las 12 de la mañana empezó el peor día.
Sólo queríamos oírte y ver que estabas bien pero no había respuesta del otro lado.
Un taxi, 2 personas con miedo pero intentando que no se notara.
Las 14:30 del medio día y busco en aquella pantalla en urgencias tu carita y suplico oír tu corazón, pero no puedo. Sigue sin haber respuesta al otro lado.
Intento no llorar, pido que papá venga a vernos. Dicen que no estás y que tienes que irte sin ni siquiera haberte conocido, que no te mueves y que tu corazoncito ha dejado de latir.
Las 20:43; llega el momento más duro y cruel, me siento estúpida y culpable, lloro desconsolada y pienso en qué hice mal para que no te oyera nunca más.
Siento tu dolor, el dolor que debí sentir contigo dentro de 5 meses. Cada lágrima que estamos gastando espero que llegue a ti de alguna forma.
Las 2:20 de la mañana, siento aún más dolor y me dicen que puede que ya estés lista para dejar mi cuerpo e irte de nuestro lado, pero aún es pronto… 'Tengo que tener paciencia' me dicen, mientras mis piernas tiemblan y mis ojos ya no pueden llorar más.
3:33. No sé si este número me hace sentir bien o mal, sólo sé que me sirvió para poder decir basta y que me medicasen. El dolor pasó pero no pude dejar de pensar en ti y en si podría verte después de que te fueras de mi vientre y tu cuerpecito frágil estuviera encima de la cama o de mi.
Ya es el día siguiente y sigo pensando que todo esto es un sueño y que me despertaré en mi cama contigo y papá.
Las 8:30 de la mañana y estaba tan cansada… Llevaba 2 horas sin poder dormir más de 5 minutos seguidos y no paraba de llorar pensando que se acercaba la hora de volver a sentir dolor.
Papá y yo hemos hablado por si queremos verte, pedir que te examinen y que nos digan qué te ha sucedido, pero papá no está seguro. Tiene miedo de verte y quedarse más triste.
Yo sí quiero, tras pensarlo tanto sí que quiero verte y despedirme de ti.
Son las 15:10, aún no siento nada. Cuanto más se acerca la noche, más me va doliendo y más ganas tengo de que esto termine y pueda irme a casa, quiero olvidar todo esto pero no sé si es lo correcto y si debo.
Han venido a vernos para acompañarnos en este duelo tan doloroso. Mientras aquella mujer me contaba su experiencia, yo no paraba de pensar en por que me tocaba vivir de nuevo esto, no me merezco este sufrimiento. Nos ha explicado el duelo, que verte nos hará sanar antes y podremos decirte viendo tu carita que te queremos y que nunca te vamos a olvidar.
Las 11 de la noche, no aguanto el dolor y me vuelven a dar medicación, pero no hace efecto. Sigo sintiéndote cada minuto, 39 segundos de dolor cada minuto. Nunca olvidare que sentí cada contracción como si me estuvieran apuñalando y quitando un trocito de mi con cada una de ellas. Morfina, eso es lo ultimo que me pueden dar. Decido no ponerme nada mas y aguantar todo lo que pueda.
Son las 2 de la mañana, el dolor no ha cesado y ya no tengo fuerzas, se qué algo ha cambiado pero tengo tanto miedo de decirlo, de pedir ayuda. Finalmente pido la morfina porque tras 2 días con dolores ya no aguanto. Tras pincharme siento ganas de hacer pis por lo que me dirijo al baño y tras volver a la cama, ni 5 minutos después, lo siento.
Grito y lloro, siento que tengo que pujar, ¿Lo hago?, ¿Estaré de parto? No sé qué pasaba, sólo sé que te sentía casi fuera cuando la matrona aparece por la puerta y quiere revisarme pero yo grito que no puedo, que lo sentía pero no podía dejarte ir.
Me destapa y siento cómo mi cuerpo deja de responder y sólo pienso en que estas saliendo y no puedo hacer nada para detenerlo. Noto calor, siento entre mis piernas el calor que emites y no paro de pensar que ahora se ha vuelto más real y que no es un sueño. Dentro de mi he creado la ilusión de que van a darse cuenta que aún respiras y van a llevarte corriendo y te salvarán. Pero no fue así, esperé en silencio mientras me bajaban a paritario para ver si sentía algún movimiento o escuchaba algún ruido pero no había nada, de nuevo no había nada del otro lado.
Mientras me bajan a paritario tengo miedo y siento tanta pena que no dejo de llorar y temblar. Me miran todos con esa misma pena que llega a darme tanta rabia, quiero gritar y romper todo a cada paso que damos. Papá esta tan asustado, no sabe qué ha pasado y está confundido y preocupado. No recuerdo qué le gritaba mientras esto pasaba, sólo recuerdo el momento de expulsarte y decirle que ahí estabas. Intentaba que él no te viese porque no estaba segura de que el quisiera, recuerdo el golpe que le di y sus gafas cayéndose. Te vio nacer, vio como salías sin un ruido y sin aliento, su cara de miedo y tristeza nunca podré olvidarlo.
Ya en paritario no me importa la hora, ni si tengo que expulsar la placenta ni lo que me dice la matrona o ginecóloga, solo me sigue importando si al verte podré aguantar el dolor y el gran vació que nos has dejado.
Hemos hecho muchas preguntas, estamos tan perdidos que necesitamos que nos respondan antes de verte. Papá finalmente quiere verte, quiere despedirse de ti aunque no toque y aunque nos duela.
Este momento nunca lo olvidaré. No olvidaré cómo te trajeron a la cama despacio y abrieron la bolsa delante nuestra para poder verte mejor. Incluso dentro de ella veía tu orejita derecha y le decía a papá que era muy pequeñita, pero estabas perfecta. Mientras abrían la bolsa y el liquido amniótico salía solo podía pensar en aquella ilusión de nuevo, me estaba haciendo tanto daño no poder tenerte con vida ahí mismo.
Mientras te colocaban despacito y te acomodaba la matrona pudo ver que eras una niña, ¿Necesitaba saberlo? Todos se lo preguntan y mi respuesta es si, es lo único que podríamos saber de ti. Nunca podríamos saber el color de tus ojos o tu pelo. Si de mayor te gustaría el morado o el rojo o si preferirías los videojuegos o leer.
Cada vez que miro la cara de papá mientras te ve se me cae el alma al suelo y siento que la pisotean y la arrastran a lo mas oscuro de esa habitación. Duele tanto.
Sé que no es importante, pero necesitaba saberlo para darte un nombre y poder despedirme de ti como mi hija, para que doliera menos. Tras mirar tus manos, pies y cuerpecito pensé en tu nombre pero a la cabeza solo me venia uno. No era ninguno de la lista que teníamos, solo mire a papá y le dije “Lucía, ¿Puedo llamarla así?” Él solo respondió que si, que le parecía bien. Papá se portó tan bien conmigo dejando que escogiera tu nombre e hiciera más mío ese momento.
No sé cuánto tiempo estuve mirándote, quería tocarte, cogerte en brazos y mecerte pero no podía, no pude pedir que me pusieran unos guantes por miedo y rabia. No tuve fuerzas para dejar de mirarte sin pena, ojalá ese momento fuese eterno y pudiera quedarme contigo más tiempo, pero no fue así. El momento de despedirnos se acercaba y la rabia seguía asomando con cada lagrima que caía y cada palabra que salía de mi boca.
Tras envolverte en aquel protector y manta verde te pusieron una etiqueta, de esas para que se supiera que dentro estabas tú y que queríamos que te examinaran para saber qué te había pasado. No paraba de mirarlo y pensar “Espero que no se olviden de ti”.
Las 5:30 de la mañana, estoy de nuevo en la habitación donde todo había sucedido, misma cama y mismas sensaciones. Me dolía cada centímetro del cuerpo y no dejaba de pensar en ti y en que ya no volvería a verte, que ya no estabas dentro de mi. Quería sentirte dentro de mi.
Me medican y me dicen que me duerma pero, ¿Cómo voy a hacerlo, cómo voy a poder dormir después de esto? Papá está cansado y llorando, preocupado por mi dolor y triste por el suyo, quedamos dormidos poco rato después del agotamiento.
10:00 de la mañana; pensé que todo había terminado. Ya no estabas dentro de mi y tampoco te podía ver por lo que pensaba que podría irme a casa para poder descansar y pasar el duelo, pero aún querían ver que todo estuviera bien.
Tras una pequeña ecografía detectan que todavía quedaban restos en el útero, por lo que deciden hacerme un legrado.
Tras contárselo a papá se pone triste. Quiere también irse y está preocupado por mi, lo único que me sale es abrazarle y al instante rompe a llorar en mis brazos. No sé cómo consolarle ni cómo hacer que se sienta mejor, no sé qué decirle para mitigar esa rabia e impotencia que sé que tiene. No puedo tampoco hacerlo conmigo, no sé cómo sanar todo esto.
13:00; me bajan a quirófano pero nadie me explica nada y no entiendo si me van a dormir o estaré despierta. Se cuál es el procedimiento. Con 17 años cuando perdí a tu hermanito me lo hicieron despierta y fue lo peor. Tengo mucho miedo de dormirme y soñar contigo.
Sólo recuerdo que me enchufaron algo en la vía, me pusieron una mascarilla, me dijeron que era oxigeno y acto seguido me despierto en movimiento, con muchísimo dolor y ganas de pujar. Estaba en otra habitación y había muchísima gente. Recuerdo tanto dolor y gente diciéndome que pujara si era lo que necesitaba, otros corriendo y mirándome. Recuerdo los ruidos a mi alrededor, los latidos de bebés de otras madres, la pareja diciendo esas cosas tan feas de sus hijos mientras que la mujer se movía y los latidos de sus bebés sonaban aun más.
En quirófano los médicos vieron que tenia un gran sangrado por lo que el postoperatorio fue mas difícil. Casi 4 horas que para mi fueron 30 minutos entre llanto, dormir y papá intentando hacerme reír, pero fueron muy dolorosos. 4 horas que fueron un infierno para papá, que tuvo que aguantar verme llorar y decir que quería que te trajeran, abrazarte y tenerte. Horas de incertidumbre por si necesitaba otra operación de emergencia, una transfusión de sangre o si iba a salir viva de ahí.
17:30; llegamos a la habitación y sólo pienso que es otra noche más en esta cama tan incómoda, con tantos malos recuerdos. Sólo quiero irme a casa y poder llevarte conmigo, me pregunto constantemente por qué no puedo, por qué yo, por qué nosotros, por qué te has ido. Intento ducharme pero me mareo, me baja la tensión y siento que me desmayo. Papá está ahí por suerte, no se ha ido en 3 días y me ayuda a irme a la cama para no caerme y hacerme mas daño. Tengo anemia me dicen, la pérdida de sangre ha sido grande y es normal que me pase.
El día se hizo eterno, llevo 3 días sin comer bien, sin dormir, llorando desconsoladamente, llena de agujeros, heridas, sangre y la rabia que tanto odio que no se va. Llega la noche y duermo, no tardo mucho en despertar y, mirando de nuevo a papá en aquel sofá incómodo, pienso en qué vamos a hacer ahora con tus cosas, con los planes y las ilusiones de la familia. Cómo voy a decirlo en voz alta y hablar con la gente de lo sucedido. No puedo hacerlo, no quiero hacerlo.
Son las 10 de la mañana y la ginecóloga me revisó nuevamente, todo está bien. Me enseña la ecografía y no hay nada en esa imagen, solo un útero vacío. No estas Lucía, te has ido y ahora veo que es muy real.
Por fin nos dan el alta, por fin podemos irnos a casa y descansar.
De nuevo 1 taxi y 2 personas con miedo intentando que no se notara, pero no pasan ni 5 minutos de estar sentada cuando mis lágrimas salen de nuevo. Tengo miedo de llegar a casa y encontrarme sola ante las emociones, los miedos y las preguntas no respondidas.
Los gatos, mis bichines peludos, llevan 4 días sin vernos. Pienso en ellos y lo felices que se van a poner al vernos.
Eran las 2 de la tarde cuando nada más entrar por la puerta de casa noto de nuevo esa rabia. La que no quiero que esté pero sé que debe estar.
Lo único que queremos es dormir, nos acostamos en la cama y por primera vez en 4 días caigo rendida y me duermo, duermo sin soñar y sin apenas despertarme. Papá me levanta para comer, tenemos que comer algo, estamos tan débiles que lo único que nos apetece es dormir pero hacemos un esfuerzo descomunal en preparar algo de comida mientras hablamos de ti, del parto y de las sentimientos.
Los "lo lamento", los "lo siento", los "estamos contigo", los "te queremos" no llegan a ningún lado cuando la familia empieza a escribirnos. Todos nos hablan y nos saturan de mensajes que creemos vacíos y sin la más mínima intención de hacer daño, pero sin entender nuestro dolor. Duelo o pésame, ha muerto mi hija, ha muerto parte de mi y dentro de mi. Ha muerto y yo no lo sabia, no te sentí cuando morías y no sé si me lo perdonaré algún día.
No sé si podre salir de esta tristeza tan profunda y recordar tu carita sin sentir este nudo en la garganta.
Sólo espero que estés donde estés Lucía, si hay algún sitio donde vayáis los bebés nacidos sin vida, me perdones y puedas sentir el amor de papá y mamá.
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