24 de Mayo.
A las 12 de la mañana empezĂł el peor dĂa.
SĂłlo querĂamos oĂrte y ver que estabas bien pero no habĂa respuesta del otro lado.
Un taxi, 2 personas con miedo pero intentando que no se notara.
Las 14:30 del medio dĂa y busco en aquella pantalla en urgencias tu carita y suplico oĂr tu corazĂłn, pero no puedo. Sigue sin haber respuesta al otro lado.
Intento no llorar, pido que papá venga a vernos. Dicen que no estás y que tienes que irte sin ni siquiera haberte conocido, que no te mueves y que tu corazoncito ha dejado de latir.
Las 20:43; llega el momento más duro y cruel, me siento estúpida y culpable, lloro desconsolada y pienso en qué hice mal para que no te oyera nunca más.
Siento tu dolor, el dolor que debà sentir contigo dentro de 5 meses. Cada lágrima que estamos gastando espero que llegue a ti de alguna forma.
Las 2:20 de la mañana, siento aĂşn más dolor y me dicen que puede que ya estĂ©s lista para dejar mi cuerpo e irte de nuestro lado, pero aĂşn es pronto… 'Tengo que tener paciencia' me dicen, mientras mis piernas tiemblan y mis ojos ya no pueden llorar más.
3:33. No sĂ© si este nĂşmero me hace sentir bien o mal, sĂłlo sĂ© que me sirviĂł para poder decir basta y que me medicasen. El dolor pasĂł pero no pude dejar de pensar en ti y en si podrĂa verte despuĂ©s de que te fueras de mi vientre y tu cuerpecito frágil estuviera encima de la cama o de mi.
25 de Mayo.
Ya es el dĂa siguiente y sigo pensando que todo esto es un sueño y que me despertarĂ© en mi cama contigo y papá.
Las 8:30 de la mañana y estaba tan cansada… Llevaba 2 horas sin poder dormir más de 5 minutos seguidos y no paraba de llorar pensando que se acercaba la hora de volver a sentir dolor.
Papá y yo hemos hablado por si queremos verte, pedir que te examinen y que nos digan qué te ha sucedido, pero papá no está seguro. Tiene miedo de verte y quedarse más triste.
Yo sĂ quiero, tras pensarlo tanto sĂ que quiero verte y despedirme de ti.
Son las 15:10, aún no siento nada. Cuanto más se acerca la noche, más me va doliendo y más ganas tengo de que esto termine y pueda irme a casa, quiero olvidar todo esto pero no sé si es lo correcto y si debo.
Han venido a vernos para acompañarnos en este duelo tan doloroso. Mientras aquella mujer me contaba su experiencia, yo no paraba de pensar en por que me tocaba vivir de nuevo esto, no me merezco este sufrimiento. Nos ha explicado el duelo, que verte nos hará sanar antes y podremos decirte viendo tu carita que te queremos y que nunca te vamos a olvidar.
Las 11 de la noche, no aguanto el dolor y me vuelven a dar medicación, pero no hace efecto. Sigo sintiéndote cada minuto, 39 segundos de dolor cada minuto. Nunca olvidare que sentà cada contracción como si me estuvieran apuñalando y quitando un trocito de mi con cada una de ellas. Morfina, eso es lo ultimo que me pueden dar. Decido no ponerme nada mas y aguantar todo lo que pueda.
26 de Mayo, parte 1.
Son las 2 de la mañana, el dolor no ha cesado y ya no tengo fuerzas, se quĂ© algo ha cambiado pero tengo tanto miedo de decirlo, de pedir ayuda. Finalmente pido la morfina porque tras 2 dĂas con dolores ya no aguanto. Tras pincharme siento ganas de hacer pis por lo que me dirijo al baño y tras volver a la cama, ni 5 minutos despuĂ©s, lo siento.
Grito y lloro, siento que tengo que pujar, ¿Lo hago?, ¿EstarĂ© de parto? No sĂ© quĂ© pasaba, sĂłlo sĂ© que te sentĂa casi fuera cuando la matrona aparece por la puerta y quiere revisarme pero yo grito que no puedo, que lo sentĂa pero no podĂa dejarte ir.
Me destapa y siento cĂłmo mi cuerpo deja de responder y sĂłlo pienso en que estas saliendo y no puedo hacer nada para detenerlo. Noto calor, siento entre mis piernas el calor que emites y no paro de pensar que ahora se ha vuelto más real y que no es un sueño. Dentro de mi he creado la ilusiĂłn de que van a darse cuenta que aĂşn respiras y van a llevarte corriendo y te salvarán. Pero no fue asĂ, esperĂ© en silencio mientras me bajaban a paritario para ver si sentĂa algĂşn movimiento o escuchaba algĂşn ruido pero no habĂa nada, de nuevo no habĂa nada del otro lado.
Mientras me bajan a paritario tengo miedo y siento tanta pena que no dejo de llorar y temblar. Me miran todos con esa misma pena que llega a darme tanta rabia, quiero gritar y romper todo a cada paso que damos. Papá esta tan asustado, no sabe quĂ© ha pasado y está confundido y preocupado. No recuerdo quĂ© le gritaba mientras esto pasaba, sĂłlo recuerdo el momento de expulsarte y decirle que ahĂ estabas. Intentaba que Ă©l no te viese porque no estaba segura de que el quisiera, recuerdo el golpe que le di y sus gafas cayĂ©ndose. Te vio nacer, vio como salĂas sin un ruido y sin aliento, su cara de miedo y tristeza nunca podrĂ© olvidarlo.
Ya en paritario no me importa la hora, ni si tengo que expulsar la placenta ni lo que me dice la matrona o ginecóloga, solo me sigue importando si al verte podré aguantar el dolor y el gran vació que nos has dejado.
Hemos hecho muchas preguntas, estamos tan perdidos que necesitamos que nos respondan antes de verte. Papá finalmente quiere verte, quiere despedirse de ti aunque no toque y aunque nos duela.
Este momento nunca lo olvidarĂ©. No olvidarĂ© cĂłmo te trajeron a la cama despacio y abrieron la bolsa delante nuestra para poder verte mejor. Incluso dentro de ella veĂa tu orejita derecha y le decĂa a papá que era muy pequeñita, pero estabas perfecta. Mientras abrĂan la bolsa y el liquido amniĂłtico salĂa solo podĂa pensar en aquella ilusiĂłn de nuevo, me estaba haciendo tanto daño no poder tenerte con vida ahĂ mismo.
Mientras te colocaban despacito y te acomodaba la matrona pudo ver que eras una niña, ¿Necesitaba saberlo? Todos se lo preguntan y mi respuesta es si, es lo Ăşnico que podrĂamos saber de ti. Nunca podrĂamos saber el color de tus ojos o tu pelo. Si de mayor te gustarĂa el morado o el rojo o si preferirĂas los videojuegos o leer.
Cada vez que miro la cara de papá mientras te ve se me cae el alma al suelo y siento que la pisotean y la arrastran a lo mas oscuro de esa habitación. Duele tanto.
SĂ© que no es importante, pero necesitaba saberlo para darte un nombre y poder despedirme de ti como mi hija, para que doliera menos. Tras mirar tus manos, pies y cuerpecito pensĂ© en tu nombre pero a la cabeza solo me venia uno. No era ninguno de la lista que tenĂamos, solo mire a papá y le dije “LucĂa, ¿Puedo llamarla asĂ?” Él solo respondiĂł que si, que le parecĂa bien. Papá se portĂł tan bien conmigo dejando que escogiera tu nombre e hiciera más mĂo ese momento.
No sĂ© cuánto tiempo estuve mirándote, querĂa tocarte, cogerte en brazos y mecerte pero no podĂa, no pude pedir que me pusieran unos guantes por miedo y rabia. No tuve fuerzas para dejar de mirarte sin pena, ojalá ese momento fuese eterno y pudiera quedarme contigo más tiempo, pero no fue asĂ. El momento de despedirnos se acercaba y la rabia seguĂa asomando con cada lagrima que caĂa y cada palabra que salĂa de mi boca.
Tras envolverte en aquel protector y manta verde te pusieron una etiqueta, de esas para que se supiera que dentro estabas tĂş y que querĂamos que te examinaran para saber quĂ© te habĂa pasado. No paraba de mirarlo y pensar “Espero que no se olviden de ti”.
Las 5:30 de la mañana, estoy de nuevo en la habitaciĂłn donde todo habĂa sucedido, misma cama y mismas sensaciones. Me dolĂa cada centĂmetro del cuerpo y no dejaba de pensar en ti y en que ya no volverĂa a verte, que ya no estabas dentro de mi. QuerĂa sentirte dentro de mi.
Me medican y me dicen que me duerma pero, ¿CĂłmo voy a hacerlo, cĂłmo voy a poder dormir despuĂ©s de esto? Papá está cansado y llorando, preocupado por mi dolor y triste por el suyo, quedamos dormidos poco rato despuĂ©s del agotamiento.
26 de Mayo, parte 2.
10:00 de la mañana; pensĂ© que todo habĂa terminado. Ya no estabas dentro de mi y tampoco te podĂa ver por lo que pensaba que podrĂa irme a casa para poder descansar y pasar el duelo, pero aĂşn querĂan ver que todo estuviera bien.
Tras una pequeña ecografĂa detectan que todavĂa quedaban restos en el Ăştero, por lo que deciden hacerme un legrado.
Tras contárselo a papá se pone triste. Quiere también irse y está preocupado por mi, lo único que me sale es abrazarle y al instante rompe a llorar en mis brazos. No sé cómo consolarle ni cómo hacer que se sienta mejor, no sé qué decirle para mitigar esa rabia e impotencia que sé que tiene. No puedo tampoco hacerlo conmigo, no sé cómo sanar todo esto.
13:00; me bajan a quirófano pero nadie me explica nada y no entiendo si me van a dormir o estaré despierta. Se cuál es el procedimiento. Con 17 años cuando perdà a tu hermanito me lo hicieron despierta y fue lo peor. Tengo mucho miedo de dormirme y soñar contigo.
SĂłlo recuerdo que me enchufaron algo en la vĂa, me pusieron una mascarilla, me dijeron que era oxigeno y acto seguido me despierto en movimiento, con muchĂsimo dolor y ganas de pujar. Estaba en otra habitaciĂłn y habĂa muchĂsima gente. Recuerdo tanto dolor y gente diciĂ©ndome que pujara si era lo que necesitaba, otros corriendo y mirándome. Recuerdo los ruidos a mi alrededor, los latidos de bebĂ©s de otras madres, la pareja diciendo esas cosas tan feas de sus hijos mientras que la mujer se movĂa y los latidos de sus bebĂ©s sonaban aun más.
En quirĂłfano los mĂ©dicos vieron que tenia un gran sangrado por lo que el postoperatorio fue mas difĂcil. Casi 4 horas que para mi fueron 30 minutos entre llanto, dormir y papá intentando hacerme reĂr, pero fueron muy dolorosos. 4 horas que fueron un infierno para papá, que tuvo que aguantar verme llorar y decir que querĂa que te trajeran, abrazarte y tenerte. Horas de incertidumbre por si necesitaba otra operaciĂłn de emergencia, una transfusiĂłn de sangre o si iba a salir viva de ahĂ.
17:30; llegamos a la habitaciĂłn y sĂłlo pienso que es otra noche más en esta cama tan incĂłmoda, con tantos malos recuerdos. SĂłlo quiero irme a casa y poder llevarte conmigo, me pregunto constantemente por quĂ© no puedo, por quĂ© yo, por quĂ© nosotros, por quĂ© te has ido. Intento ducharme pero me mareo, me baja la tensiĂłn y siento que me desmayo. Papá está ahĂ por suerte, no se ha ido en 3 dĂas y me ayuda a irme a la cama para no caerme y hacerme mas daño. Tengo anemia me dicen, la pĂ©rdida de sangre ha sido grande y es normal que me pase.
El dĂa se hizo eterno, llevo 3 dĂas sin comer bien, sin dormir, llorando desconsoladamente, llena de agujeros, heridas, sangre y la rabia que tanto odio que no se va. Llega la noche y duermo, no tardo mucho en despertar y, mirando de nuevo a papá en aquel sofá incĂłmodo, pienso en quĂ© vamos a hacer ahora con tus cosas, con los planes y las ilusiones de la familia. CĂłmo voy a decirlo en voz alta y hablar con la gente de lo sucedido. No puedo hacerlo, no quiero hacerlo.
27 de Mayo.
Son las 10 de la mañana y la ginecĂłloga me revisĂł nuevamente, todo está bien. Me enseña la ecografĂa y no hay nada en esa imagen, solo un Ăştero vacĂo. No estas LucĂa, te has ido y ahora veo que es muy real.
Por fin nos dan el alta, por fin podemos irnos a casa y descansar.De nuevo 1 taxi y 2 personas con miedo intentando que no se notara, pero no pasan ni 5 minutos de estar sentada cuando mis lágrimas salen de nuevo. Tengo miedo de llegar a casa y encontrarme sola ante las emociones, los miedos y las preguntas no respondidas. Los gatos, mis bichines peludos, llevan 4 dĂas sin vernos. Pienso en ellos y lo felices que se van a poner al vernos. Eran las 2 de la tarde cuando nada más entrar por la puerta de casa noto de nuevo esa rabia. La que no quiero que estĂ© pero sĂ© que debe estar.
Pienso en tumbarme en la cama y no moverme de ahĂ en 4 dĂas pero lo primero que hago es coger todas tus cosas y meterlas en una cajita. Cuanto antes lo haga menos dolor sentirĂ© cuando las vea. Cuando cruzo cualquier puerta sĂłlo puedo pensar que en cada rincĂłn de esta casa está el recuerdo de llevarte en mi tripita, que en ese sofá papá te puso mĂşsica para que la escucharas o que en esa cama dormĂas conmigo y papá nos abrazaba por las noches y sonreĂa al pensar en cuando nacieras y cĂłmo serĂa cogerte en brazos y quererte. Lo Ăşnico que queremos es dormir, nos acostamos en la cama y por primera vez en 4 dĂas caigo rendida y me duermo, duermo sin soñar y sin apenas despertarme. Papá me levanta para comer, tenemos que comer algo, estamos tan dĂ©biles que lo Ăşnico que nos apetece es dormir pero hacemos un esfuerzo descomunal en preparar algo de comida mientras hablamos de ti, del parto y de las sentimientos.Los "lo lamento", los "lo siento", los "estamos contigo", los "te queremos" no llegan a ningĂşn lado cuando la familia empieza a escribirnos. Todos nos hablan y nos saturan de mensajes que creemos vacĂos y sin la más mĂnima intenciĂłn de hacer daño, pero sin entender nuestro dolor. Duelo o pĂ©same, ha muerto mi hija, ha muerto parte de mi y dentro de mi. Ha muerto y yo no lo sabia, no te sentĂ cuando morĂas y no sĂ© si me lo perdonarĂ© algĂşn dĂa. No sĂ© si podre salir de esta tristeza tan profunda y recordar tu carita sin sentir este nudo en la garganta.SĂłlo espero que estĂ©s donde estĂ©s LucĂa, si hay algĂşn sitio donde vayáis los bebĂ©s nacidos sin vida, me perdones y puedas sentir el amor de papá y mamá.